“Ánimo vs. Trapeador: La travesía emocional de limpiar sin ganas”
- Melani

- 20 oct
- 2 Min. de lectura

Limpiar la casa cuando no tienes ganas es como correr un maratón en chanclas. Sabes que hay que hacerlo. Sabes que te sentirás mejor después. Pero tu alma dice: “Mejor me acuesto y miro el techo.” Bienvenido a la saga emocional de la limpieza con cero motivación.
Fase 1: La Negación
Pasas junto al desorden. Finges que no está ahí. Te convences de que el polvo es “textura natural” y los montones de ropa son “arte moderno suave”.
“Si no lo miro directamente, no existe.”
Fase 2: La Negociación
Te dices que limpiarás “después de un episodio más”, “después de comer” o “después de reorganizar mi tablero de Pinterest para motivarme”. Haces tratos con tu yo del futuro. Tu yo del futuro no está impresionado.
“Limpiaré mañana. Probablemente. Tal vez. Bueno, la próxima semana.”
Fase 3: La Limpieza con Furia
Algo se rompe. Te golpeas el pie con un zapato fuera de lugar. Derramas café sobre una mesa llena de cosas. Agarras el trapeador como un guerrero y limpias con la furia de mil limones.
“No limpié. Desaté venganza.”
Fase 4: El Momento Zen
El piso está limpio. El aire huele a cítricos. Enciendes una vela. Te sientas y sientes que has ascendido a un plano superior de existencia. Juras que nunca volverás a dejar que se ensucie.
“Soy uno con el desinfectante.”
Fase 5: La Recaída
Tres días después, hay un calcetín en el suelo, platos en el fregadero y migas que nadie invitó. Suspiras. Enciendes otra vela. Comienzas de nuevo.
“El ciclo continúa. Pero también mi fuerza.”
REFLEXIÓN FINAL:
Limpiar sin ganas es una travesía de resistencia, rabia y redención. Pero cada pasada, fregada y suspiro te acerca a la paz—y a un hogar que no te juzga cuando dejas caer migas.
Y cuando tu ánimo diga “ni lo intentes”, BIS Nin Texas está listo para entrar con guantes, coraje y brillo legendario.




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