“Limpiar el baño: La verdadera prueba de coraje, equilibrio y resistencia nasal”
- Melani

- hace 2 días
- 2 Min. de lectura

Limpiar el baño no es solo una tarea—es toda una aventura. Entras armado con guantes, esperanza y una esponja dudosa. Sales con las rodillas adoloridas, daño emocional y un nuevo respeto por la lechada. Bienvenido a la zona de salpicaduras del combate doméstico.
Escena 1: El duelo con el inodoro
Levantas la tapa. Miras al abismo. Te preguntas cómo algo tan pequeño puede ser tan aterrador. Friegas como si tu dignidad dependiera de ello.
“No limpié el inodoro. Lo enfrenté en batalla.”
Escena 2: El espejo del juicio
Rocías el espejo. Refleja tu cara cansada y tus decisiones de vida cuestionables. Lo limpias. Sigue juzgándote. Lo aceptas.
“El espejo lo ve todo. Especialmente mi procrastinación.”
Escena 3: La telenovela del lavabo
Limpias el lavabo. Las salpicaduras de pasta dental contraatacan. En el desagüe acechan pelos. Encuentras una mancha misteriosa con forma de dinosaurio. No preguntas.
“Mi lavabo es una diva con problemas de plomería.”
Escena 4: La lucha en la ducha
Friegas los azulejos. Persigues la espuma de jabón. Resbalas un poco y finges que fue un paso de baile. Encuentras un shampoo de 2018 y una esponja que ya es fósil.
“No limpié la ducha. Sobreviví a ella.”
Escena 5: El último enjuague
Trapeas el piso. Organizas el gabinete. Enciendes una vela llamada “Brisa Marina” y esperas que oculte el trauma. Cierras la puerta lentamente, como quien cierra un capítulo.
“El baño está limpio. Mi alma se está recuperando.”
REFLEXIÓN FINAL:
Limpiar el baño es un acto heroico de valentía, flexibilidad y resistencia nasal. No es glamoroso—pero sí legendario. Y cuando la mugre regrese (porque siempre lo hace), BIS Nin Texas está listo para entrar con guantes, coraje y un brillo que hasta tu espejo respetará.




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