“Limpiar la puerta: La entrada al polvo, las manchas y las preguntas existenciales”
- Melani

- 16 nov
- 2 Min. de lectura

Las puertas: se abren, se cierran, se azotan dramáticamente cuando estás enojado. Son los guardianes silenciosos de tu hogar. Pero ¿cuándo fue la última vez que realmente limpiaste una? Exacto. Limpiar puertas es la tarea olvidada—hasta que notas huellas dactilares, manchas misteriosas y ese punto pegajoso que finges no ver.
Escena 1: El horror del picaporte
Agarras la manija todos los días. También lo hace todo el mundo. Básicamente es un apretón de manos con gérmenes. La rocías, la limpias y te preguntas cómo sobreviviste tanto tiempo sin notarlo.
“Mi picaporte es menos una manija, más una placa de Petri comunitaria.”
Escena 2: El festival de huellas
Miras la puerta. De repente, ves huellas por todas partes. Altas, bajas, de lado. Te preguntas si tu familia practica danza interpretativa contra la puerta. Frotas como si estuvieras borrando evidencia.
“CSI: Edición sala de estar.”
Escena 3: La saga de la mancha misteriosa
Hay una mancha. No sabes qué es. ¿Chocolate? ¿Grasa? ¿Residuo de fantasma? La rocías, la limpias y decides no hacer preguntas. Algunos misterios es mejor dejarlos sin resolver.
“Si no puedo identificarla, la llamo ‘arte moderno’.”
Escena 4: El desfile de polvo en los paneles
Notas las ranuras y paneles. El polvo ha vivido ahí gratis. Los limpias, estornudas dramáticamente y juras no dejar que vuelva a estar tan mal. Spoiler: volverá.
“Mis paneles de puerta son básicamente mini condominios de polvo.”
REFLEXIÓN FINAL:
Limpiar puertas es parte trabajo de detective, parte guerra contra gérmenes y parte sesión de terapia. Pero cuando terminas, tus puertas brillan como portales hacia un mundo más limpio y tranquilo. Hasta que alguien vuelva a azotarla.




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