“Limpiar paredes: El viaje vertical entre la mugre y el arrepentimiento”
- Melani

- hace 2 días
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Las paredes: testigos silenciosos de tu vida. Han visto tus pasos de baile, tus proyectos fallidos de bricolaje y cada salpicadura de salsa que no llegó al plato. Limpiarlas no es solo mantenimiento—es una investigación completa sobre tus hábitos, tu altura y tu puntería cuestionable.
Escena 1: El expediente de huellas
Ves una mancha. Luego otra. Luego una fila de pequeñas huellas que llevan al gabinete de snacks. Te das cuenta de que tus paredes son escenas del crimen con evidencia de mantequilla de maní.
“Mi pared sabe quién se robó las galletas. Solo que no quiere delatar.”
Escena 2: La saga de la salsa
Encuentras una mancha de tomate seca a un metro del estufa. No recuerdas haber lanzado nada. Cuestionas las leyes de la física. La limpias mientras susurras: “¿Cómo llegaste hasta aquí?”
“Mi pared ha recibido más pasta que mi plato.”
Escena 3: La emboscada artística
Descubres marcas de crayón. No tienes hijos. Pero sí un roomie llamado Kyle. Lo confrontas. Culpa a la “expresión creativa”. Le das una esponja.
“Mi pared es un lienzo. Lamentablemente, el artista es caóticamente neutral.”
Escena 4: El colapso del borrador mágico
Agarras el borrador mágico. Funciona. Demasiado bien. Ahora hay un parche limpio rodeado por pared sucia. Has creado un foco de vergüenza. O limpias toda la pared… o te mudas.
“No borré la mancha. Revelé un nuevo estándar.”
Escena 5: La trampa del texturizado
Intentas limpiar una pared con textura. La esponja se atasca. La suciedad se esconde en los rincones. Consideras lavar a presión el salón. Te conformas con suspirar pasivo-agresivamente.
“Las paredes texturizadas son el escondite favorito de la mugre.”
REFLEXIÓN FINAL:
Limpiar paredes es parte trabajo de detective, parte ajuste emocional y parte entrenamiento de brazos. Pero cada pasada te acerca a un hogar que no parece una pintura abstracta hecha con salsa marinara.




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